miércoles, 14 de septiembre de 2016

Otra vez otoño.

Volvían las nubes
con lluvia
a empapar los cristales

desnuda
recostada sobre la cama
me daba la espalda
elegante e inocente
y nada -me- importaba,

tan solo ella.

Las sábanas recortaban
su figura,
suave y regia,
cálida,
majestuosa

Mis dedos indecisos
se dejaron llevar por su cintura,
tranquilos, mis labios
buscaron aquel sabor salado
que traía consigo

ese que nunca permitía
que perdiera el norte,
pues ella
es mi norte. 


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