sábado, 18 de enero de 2014

Re-encuentro.

Sin creer en casualidades,
con dos tazas de café
me siento en una mesa
para tres.

No espero a nadie
y Nadie espera
que aparezcas.

Miles de miradas
cruzan en unos segundos
las calles deshabitadas
de los iris de mis ojos,

y aquella se detuvo
en la veta más oscura;
en un callejón sin salida
que termina en los tuyos.

No sé qué tenía,
pero predecía el futuro
y vio, en silencio,
un (re)encuentro,
a diez centímetros
de su cuerpo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario