"Solo números" se decía ella
para fingir que el dolor
no le quemaba tanto
como lo hacían aquellos labios.
"Solo un nombre" se repetía
cada vez que lo escuchaba
resonar en el silencio.
Como aliados y como amantes
habían pactado su gloria
con insidias y besos;
habían cruzado el límite,
su propio Rubicón,
declarando la guerra en la cama.
Les gustaba componer literatura corpo-oral
a gritos desde debajo de las sábanas
para dejar constancia de sus batallas.
Idus de Julio MMXIV
no hay vencedor,
solo una cama de batalla vacía.